Con el tiempo y con el crecimiento esto se va perdiendo, se puede encontrar el abrazo de un ser querido pero los brazos envuelven, rodean de diferentes maneras y con diferentes intensidades y efectos, pero no provocan el mismo efecto receptivo y contenedor del acunamiento.
Muchas veces sentimos la necesidad de un abrazo, que sin lugar a dudas, tiene efecto tranquilizador. Pero qué pasaría si lo que encontramos fuese un cuerpo receptivo que acune?
Lic. Paula Bialoskurnik
Psicologa
Coordinadora en Recursos Expresivos
Acunadora