Aprender a respirar profundamente y a liberar el diafragma, es fundamental para que el cuerpo se relaje y el feto reciba el oxígeno que necesita. Hay varios tipos de respiración que podemos practicar, aunque es importante no obsesionarse. Cada vez se apuesta más porque cada mujer siga los dictados de su propio cuerpo. No obstante, algunos ejercicios respiratorios que nos pueden ayudar son:
· Abdominal, es más profunda, y ayuda a liberar el diafragma y a relajar el cuerpo.
· Acelerada o superficial, resulta muy útil para pasar el momento de más dolor durante las contracciones.
· La respiración de empuje, en la que se aprovecha el aire para empujar con más fuerza hacia abajo. Viene muy bien para el momento del expulsivo.
Gritar
La gente grita cuando tiene miedo o siente dolor, porque gritar es un mecanismo que libera tensión. Después de un grito, el organismo se siente mejor. Por eso, y olvidándonos de las convenciones sociales durante unas horas, es importante entender que, cuando nuestro cuerpo nos pide gritar, lo hagamos. Si no, retendremos ese estrés.
Aflojar los músculos
El agua caliente (un poco por encima de la temperatura del cuerpo) relaja con gran eficacia la musculatura abdominal.Además de reducir el dolor, si el parto está bien instaurado, puede acelerar la dilatación. Cada vez son más los hospitales que ofrecen salas de dilatación individuales con bañera.
· Lo ideal es meterse en el agua con un mínimo de cuatro centímetros de dilatación.
· Entrar con menos dilatación puede no ser de ayuda, ya que la relajación interfiere con una buena dinámica de parto. De este modo, si una mujer entra en la bañera dilatada de ocho centímetros, corre el «riesgo» de parir dentro del agua.
Algunas mujeres evitan los estímulos externos, por lo que preferirán no ser tocadas. Sin embargo, a la mayoría les gusta recibir masajes en aquellas zonas que acumulan más tensión: las ingles, el cuello, la parte baja de la espalda, etc. Además, al masajear la piel se liberan endorfinas, unas hormonas que hacen más llevadero el dolor. El masaje puede ir desde dar y acariciar la mano, hasta friccionar la columna, el sacro, etc. También podemos utilizar técnicas más específicas, como la reflexología podal, que enseña qué puntos de los pies apoyan y fortalecen las contracciones y cuáles sirven para relajar. Los masajes han de darse entre las contracciones, pero durante ellas, si no se es profesional, es mejor no darlos.
Buscar una postura que nos alivie cambia la percepción del dolor.
· Las posturas verticales (en cuclillas o de pie, con las rodillas ligeramente flexionadas), nos alinean con la fuerza de la gravedad y aumentan el diámetro total de la pelvis, por lo que son recomendables en las primeras fases del parto. Resultan más cómodas y suelen acelerar las contracciones.
· Las mujeres que sufren dolor de espalda, sin embargo, prefieren arrodillarse con las manos en el suelo (postura de cuadrúpedo), ya que sienten gran alivio al liberar del peso la columna y el sacro. En cambio, suelen sufrir bastante en la clásica posición tumbada.
· Si preferimos permanecer tumbadas, podemos probar a hacerlo del lado izquierdo (como cuando dormimos), para liberar la columna.
· Conviene buscar la postura en la que se siente menos dolor, e ir intercalándola con las posturas verticales, que favorecen la dinámica de parto.
· Hay mujeres que sienten alivio con el movimiento rítmico, ya sea de la pelvis, los dedos, o simplemente la respiración. Es una fuente de contraestimulación (nos distrae del dolor), y puede potenciar la producción de analgésicos naturales (endorfinas).
· No pensar en la siguiente contracción: el dolor de las contracciones, aunque sea fuerte, no es acumulativo y, como llega, se va. Aunque en un segundo «te estás muriendo», 20 segundos después es como si no hubiera pasado absolutamente nada. Por eso, pensar en la próxima contracción es contraproducente, porque dificulta la relajación y favorece el abatimiento.
· «Una menos». Cada contracción no es «una más», sino «una menos» para ver y conocer de cerca a nuestro bebé.
Reduce los niveles de estrés, opera sobre nuestro humor y alimenta el optimismo. Puede «distraernos» del dolor, o todo lo contrario: puede ayudarnos a «entrar» en nuestro dolor, alejándonos de todo lo que ocurre fuera.
Introduce un ritmo, muy importante en el parto. Podemos utilizarlo para acompasar la respiración, o para ayudarnos en las visualizaciones.
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